PUPC
Por Eduardo Dargent
Hay quienes señalan que en el pleito entre la PUCP y el Cardenal Cipriani lo que importa es el tema judicial y el de los estatutos, lo demás es poesía. La universidad tiene buenos argumentos en ambos frentes, pero creo que el tema del pluralismo académico es también fundamental para comprender lo que está en juego.
Estudié en la PUCP. En mi carrera me tocaron todo tipo de profesores, unos bastante a la izquierda y otros más a la derecha. Tal vez había más figuras públicas del lado zurdo, pero buena parte de mis profesores de Letras y Derecho eran claramente de derecha. Este balance de perspectivas, creo, explica la alergia que parte de los ex alumnos desarrollamos a dogmatismos zurdos, conservadores o de donde vengan. Y esa influencia es buena para una sociedad donde el respeto mutuo y el debate alturado todavía andan en pañales.
Más importante, para incrementar esa pluralidad, desde hace tiempo la universidad viene adoptando reglas meritocráticas para el nombramiento y ascenso, las cuales limiten la posibilidad de argollas. Por ello, en los últimos años la PUCP se ha convertido en una opción laboral para colegas que vuelven al país al terminar sus doctorados, mejorando la oferta educativa. Todavía hay muchos retos y problemas, pero el esfuerzo es importante y poco común en el país.
Paradójicamente, nuestros críticos nos acusan de falta de pluralismo por imponer un “pensamiento único caviar”. Sospecho que Alfredo Bullard, Mayén Ugarte, Milagros Campos, Norma Correa o Carlos Meléndez, entre varios otros “caviares de derecha”, no estarán de acuerdo con el diagnóstico. El problema, creo, es que para esa derecha dura “caviar” es cualquiera que esté a la izquierda de Torquemada.
Me podrán decir que en todas las universidades católicas hay una tensión entre la doctrina católica y la libertad académica. Cierto, en todas ellas existe dicha tensión con los no practicantes. Porque muchos, incluso los que hemos leído a San Agustín o Santo Tomás, vemos muy difícil armonizar la razón y la fe. Todas estas universidades lidian de distinta manera con esta tensión, algunas limitando el pluralismo más que en la PUCP y otras brindando más apertura.
Pero, en este caso nos enfrentamos a una forma particular de Catolicismo, un Catolicismo que considera que todo pensamiento diferente a su versión del derecho natural es “relativismo”. Natale Amprimo nos pide preguntarnos “si en las universidades manejadas por el Opus Dei hay pluralidad o no.” Ya pregunté, por eso me preocupo: ni siquiera hay la pluralidad de otras universidades católicas más conservadoras que la nuestra.
Trabajo en la PUCP, disfruto haciéndolo y me costaría encontrar un sitio similar donde enseñar e investigar. Pero espero haberlos convencido de que no escribo angustiado por mis “frejoles”, como me han dicho antes los alegres chicos de Correo (si supieran…). Mi preocupación tiene que ver por el costo de perder una institución de sus características. Por eso hay que defenderla más allá del terreno legal. Pando no vale una misa si es este Cardenal quien la ofrece.
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