


¿Atrapados sin salida?
Por Germán Alarco Tosoni
La salida ortodoxa para Europa conduce a más problemas. Se trataría de reducir los niveles de gasto público o reorientarlos a cumplir con los compromisos de deuda. El resultado consistiría en una reducción de los ingresos de la población, la demanda y el nivel de actividad económica. Quizás ante este panorama se podrían reducir las tasas de interés, generando algún crecimiento parcial de la inversión. La ruta de la depreciación del euro es un camino que tampoco promovería mayores exportaciones, ante las presiones simultáneas de depreciación del dólar americano. La desintegración de la Unión Europea, con el abandono del euro por parte de algunos países y la consiguiente destrucción de activos y pasivos podrían dar algunas luces para salir del túnel. Sin embargo, sería un retroceso geopolítico, es muy riesgosa y requiere de todas formas defender la integridad de los ahorros de las familias.
La situación norteamericana es embrollada. La política fiscal y monetaria anticíclica están en sus límites. Se requiere más gasto público, pero económica y políticamente ello parece inviable. Menos gasto público o la alternativa liberal de reducir impuestos nos conducen a la recesión. Más austeridad debilitaría los fundamentos de la confianza de consumidores e inversionistas.
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