


Cifras engañosas
Por Fernando Romero
Hay razones que explican el repunte presidencial, luego de caer a 47% en diciembre. Además de la captura de "Artemio", y su viaje por Europa, ha colaborado a esa recuperación la práctica desaparición de Chehade, un gabinete más homogéneo y silencioso luego de colocar al ministro Valdés en la congeladora; mostrando con esto último que quien marca el rumbo en el gobierno no es el presidente del Consejo de Ministros.
¿Dónde están los conflictos?
Ha ayudado también el hecho que durante los dos últimos meses no haya estallado ningún conflicto social de envergadura. Esto se explica por factores estacionales, relacionados al tiempo de lluvias en los Andes y la Amazonía, así como a que buena parte de la población rural está dedicada a labores agrícolas. Los conflictos en curso han bajado el perfil, o se han expresado en otros escenarios.
La oposición tacneña a la ampliación de la Planta en Toquepala se ha mantenido y ha roto las negociaciones con el Ejecutivo representado por el ministro Valdés. En el caso de Conga la Marcha en defensa del agua, si bien convocó a mucha gente, fue organizada de manera tal que se evitara cualquier acto de violencia que pudiera deslegitimarla. Del mismo modo, la disputa entre el presidente regional de Cajamarca y el Ejecutivo ha discurrido a través de los medios y en el Tribunal Constitucional. Lo mismo sucede con las organizaciones indígenas que han expresado su desacuerdo con la manera cómo se viene manejando la discusión sobre el reglamento de la Consulta Previa. En ninguno de estos casos podría asegurarse que la situación futura camina hacia la distensión debido a que las partes involucradas no han dado muestras de estar dispuestas a moderar su posición. El peritaje al Proyecto Conga, que acaba de iniciarse, contra todo lo que se pudo esperar hace varios meses atrás, no mejora este escenario en la medida que se ha convertido en una iniciativa de parte, que no considera la posibilidad que los expertos puedan, si fuera el caso, declarar su inviabilidad.
Entonces es probable que los siguientes meses no sean tan calmados como el inicio del año y el Presidente y su gabinete tendrán que demostrar, si se hallan en condiciones, de darle a estos conflictos una salida distinta a las que tomaron los anteriores gobiernos, porque no satisficieron a nadie.
La volátil simpatía de la clase alta
Conviene preguntar qué expresa el abrumador respaldo del ciudadano del nivel socioeconómico A al presidente Humala. Sin duda que es una muestra de respaldo al cambio que se ha producido entre el candidato de la primera vuelta y el presidente que juramentó al gabinete Valdés.
Contra todos los pronósticos de uno u otro lado, el miedo, real o fingido, de la clase alta al candidato de la Gran Transformación no tiene hoy sustento. Sin embargo, sería ingenuo pensar que este sentimiento se ha convertido en adhesión e identificación con el actual mandatario. En la práctica ha ocupado el lugar que tuvo Keiko Fujimori en el proceso electoral pasado: no es de los nuestros, pero qué nos queda. La adhesión que recibe un gobernante que es asumido de ese modo, no es sino absolutamente condicionada a que éste se alinee incondicionalmente con los intereses del grupo, si es que quiere seguir contando con ese respaldo.
No demandan, ni desean, que un político de la trayectoria de Ollanta Huamala los conduzca hacia un mejor país, les basta que deje que las cosas sigan tal como están, por que así están bien.
Mal haría el presidente de regodearse en esa situación, en la medida que gobernaría con un respaldo, un capital político, prestado que muy difícilmente podría convertirlo en propio.
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